Selecciones 10

La Octava entrega.

Ya expliqué en esta entrada de qué se trata.




Selecciones v10.0


No me alcanzará el tiempo para ser eterno
Macedonio Fernández, colaboración de la Zapaya



Riego
las pestañas de tus riesgos
que limpian
las teñidas de tus voces
que odian mi contestador
que espera
tu herida que no hiere
que lastima por no herir


Juan Ja Cinto



APRENDAN GEOMETRÍA


Henry miró el reloj, a las dos de la mañana cerró el libro desesperado. Seguramente lo suspenderían al día siguiente. Cuanto más estudiaba geometría, menos la comprendía. Había fracasado ya dos veces. Con seguridad lo echarían de la Universidad.
Sólo un milagro podía salvarlo. Se enderezó. ¿Un milagro? ¿Por qué no? Siempre se había interesado por la magia. Tenía libros. Había encontrado instrucciones muy sencillas para
llamar a los demonios y someterlos a su voluntad. Nunca había probado. Y aquel era el momento o nunca.
Tomó de la estantería su mejor obra de magia negra. Era sencillo. Algunas fórmulas. Ponerse a cubierto en un pentágono. Llega el demonio, no puede hacernos nada y se obtiene lo que se desea.
—¡El triunfo es vuestro!
Despejó el piso retirando los muebles contra las paredes. Luego dibujó en el suelo, con tiza, el pentágono protector. Por fin pronunció los encantamientos.
El demonio era verdaderamente horrible, pero Henry se armó de coraje.
Siempre he sido un inútil en geometría - comenzó...
¡A quién se lo dices! - replicó el demonio, riendo burlonamente.
Y cruzó, para devorarse a Henry, las líneas del hexágono que aquel idiota había dibujado en vez del pentágono.

Fredric Brown, Colaboración de JLFA




Lo que tiene nuestro destino de nuestro y de distinto es lo que teine de parecido con nuestro propio recuerdo.
Eduardo Mallea



Vocación
En el bar los parroquianos se quejan de su mala suerte. Sueldos rebajados, negocios que se pinchan, las cuentas que llegan como puñaladas de loco, la plata que se esfuma, despidos o amenazas de despidos en los trabajos. Están con la autoestima por el piso. Y al tener la autoestima por el piso, les bajaron las defensas y se ligan cuanta peste anda dando vueltas. Probaron de todo para recuperar la energía y ponerle el pecho a la mala suerte: gemoterapia, aromoterapia, pirámides, curación por metales, armonización bioenergizante, reiki, imposición de manos, musicoterapia, meditación trascendental, canto gregoriano. Nada funciona.
Amigos, abandonen esa parafernalia de baratijas. Yo también pasé por un largo período de yeta. Hasta que un día pisé la pelota, hice una pausa y me dediqué a pensar. Siempre fui gran lector de todo lo relacionado con las ciencias ocultas. Mi período favorito es el Medioevo. Me dije: acá la única solución es la hechicería. ¿Y quiénes son las depositarias del don de la hechicería? Respuesta obvia: las chicas. Tenía cuatro paveando en mi casa: mi esposa, mis dos hijas y mi suegra. Ahí estaban perdiendo el tiempo sin saber del tesoro que encerraban en sí mismas, desaprovechando su talento natural que se remonta a la noche de los tiempos. Así que una mañana, antes de irme a trabajar, dejé un libro sobre el microondas. Después dejé otro. La primera señal la tuve a las tres semanas. Volví a casa y Napoleón, nuestro gato, que tenía el pelo gris, se había convertido en un gato negro. Lo primero que se me ocurrió fue que había andado revolcándose en la leñera de la parrilla donde guardo el carbón. Pero el color era firme. La segunda señal fue una noche que me levanté en la oscuridad para ir a la cocina a tomar un vaso de agua y el living estaba lleno de ectoplasmas fosforescentes. Me impresionaron un poco y en las noches siguientes golpeaba las manos o me ponía a silbar para avisar que iba a pasar. Al final me habitué e intimamos. Yo soy bastante distraído, dos por tres pierdo las llaves. Ahora, cada vez que no las encuentro, aparece un monje sin cabeza de lo más amable y me las alcanza. Es más, cualquier objeto que pierda, el decapitado me lo trae. Una de las cosas a las que me costó un poco acostumbrarme es al potaje de uñas de murciélago, lengua de sapo, diente de dragón, pata de tarántula y hojas de mandrágora, todo pasado por la procesadora. Pero lo que importa son los resultados. Nunca más un resfrío, un mísero dolor de cabeza, tengo el estado físico, el espíritu y el optimismo de un pibe de veinte años. En cuanto a las chicas, también están bárbaras, lindas, vitales, felices de ser útiles. Descubrieron su vocación y se sienten realizadas. Y ahora paso a la parte económica. Primero, estamos ahorrando plata porque eliminamos el gas y la luz, las chicas cocinan con fuego fatuo y hay tal cantidad de ectoplasmas que de noche la casa está iluminada a giorno. En cuanto a mi negocio de repuestos para automotores, era una lágrima, no entraba nadie, ahora no doy abasto. Los inspectores me extorsionaban todo el tiempo, ahora pasan y es como si la puerta se hubiese vuelto invisible, siguen de largo. Ya me ocurrió varias veces que voy a pagarle una factura a un proveedor y me entrega una nota de crédito: “Hubo un error en su cuenta, señor, tiene saldo a su favor”. Resumiendo, no le den más vueltas al tema y aprovechen el potencial que tienen en su casa, o sea las chicas. Tírenles una punta y ellas solitas encontrarán el camino. Así que, amigos, saquen papel y lápiz que les voy a dictar los títulos de los libros con los que hay que empezar para derrotar a la mala suerte.
Maestro –le digo–, además de los indudables beneficios personales, yo tengo una lista de sinvergüenzas a los que me gustaría mandarles un lindo maleficio y dejarlos petrificados para siempre. Pero soy soltero. ¿Podré hacer las cosas por mi cuenta?
Ni lo intente, olvídese, por las suyas no va a conseguir nada. Sea práctico, búsquese una linda chica y cásese sin perder un solo minuto más.
Antonio Dal Masetto


h

A determinado nivel, cuando ya había perdido de vista el plano horizontal vasto por el cual me movía al comienzo, me encontré frente a un círculo completo y perfecto que me atrajo vivamente. Yo estaba parado sobre un rombo bastante amplio y seguro, a pocos metros de distancia, pero no había entre el rombo y el círculo ninguna figura que me llevara directamente hasta allí, y tuve que dar un rodeo muy largo, culpa del cual casi pierdo de vista el círculo a pesar de que, a esa altura, las figuras no eran ya tan abundantes como allá abajo; pero, de pronto, el plano del círculo quedaba de perfil, y se hacía invisible para mi; o se interponían otras figuras.
El círculo estaba inscripto en un plano casi vertical, aunque yo había perdido referencias objetivas de horizontalidad y verticalidad. Me refiero a cómo lo veía desde el rombo cuando lo descubrí. Ya, por ese entonces, había descubierto los cambios que se producían en la gravedad, de acuerdo con mis desplazamientos. Si saltaba a un plano inclinado, desde uno horizontal, lentamente ese plano pasaba a ser, para mí, horizontal. Estoy seguro de haber estado, más de una vez, desde un punto de vista objetivo, totalmente cabeza abajo; sin embargo, mi posición, desde mi propio punto de vista, era siempre vertical.
Así, cuando estuve cerca del círculo, salté hasta él desde un hexágono, transformándolo entonces en un círculo inscripto sobre un plano horizontal. Sin saber por qué me sentí como habiendo llegado a una meta, o por lo menos a un mojón importante en mi camino hacia lo desconocido. Decidí estacionarme allí, por simpatía, para reponer fuerzas y con la vaga sensación de que algo debía suceder.


Novela Geométrica, Mario Levrero

Shows de la real nada


Estuve mirando el programa británico Gran hermano 2, que consiguió la dudosa hazaña de ocupar la primera plana de los diarios sensacionalistas durante las últimas jornadas de una campaña electoral. Según la sabiduría popular, esto se debe a que el programa es más interesante que las elecciones.
Salman Rushdie




Es la memoria un gran don,
cálida muy meritoria
Y aquellos que en esta historia
Sospechen que les doy palo
Sepan olvidar lo malo
También es tener memoria.

Mas naides se crea ofendido,
Pues ninguno incomodo
Y si canto de este modo
Por encontrarlo oportuno
No es para mal de ninguno
sino para bien de todos
(a este lo conocemos todos)




En los cementerios del mundo entero, los seres humanos recientemente fallecidos seguían pudriéndose en sus tumbas, transformándose poco a poco en esqueletos.
Michel Houellebecq


Libros

Entonces pasa que los libros rebasan las ciudades y entran en los campos, van aplastand los trigales y los campos de girasol, apenas si la dirección de vialidad consigue que las rutas queden despejadas entre dos altísimas paredes de libros.
Julio Cortázar, fin del mundo del fin

Everybody knows fix

Todos saben que la pelea está arreglada: el pobre sigue pobre y el rico se hace rico, así es como va.

Leonard Cohen

Araña


muchas veces
mi cabeza queda colgando
como una araña en su tela
sabe que no caerá
porque el hilo de sus pensamientos
la sostiene

el espacio de su red es cada vez mayor
la casa llena de polvo
esconde la luz
nadie se acerca
un desorden propicio
reina

y mi cabeza se balancea en el aire

Maria Clara Salas



Tercera Fundación (dedicado a Asimov, que la mira por internet, ole, olé olé)

Esta ciudad fundada sobre las lomas de las mejores tierras.
Construida a imagen y semejanza del aire puro y de la gente nueva.
La habitan, la viven todavía, empleados, obreros, estudiantes.
Familias en los barrios que reviven las fiestas parroquiales y que a pesar del smog y del desempleo,
a pesar del tránsito ruidoso y enredado y ligero
baldean el frente, el de sus casas.
Se saludan
En las esquina se encuentran vecinos con amigos.
Se respetan
Salen a caminar por sus veredas como si fuera para siempre en el comunitario y único sentido que sabe andar el que es de aquí
De este lugar
patense
mano y contramano


Ricardo Ibarlín



Humildemente me esforzaré en amar,

en decir la verdad,
en ser honrado y puro,
en no poseer nada que no sea necesario,
en ganarme la vida con el trabajo,
en vigilar lo que como y lo que bebo,
en no tener jamás miedo,
en respetar las creencias de los demás,
en buscar siempre lo mejor para los demás,
en ser un hermano para todos mis hermanos.

Mahatma Gandhi, colaboración de C. B.

Chantal sueña...

Chantal tiene un asunto con una frase. Una de esas cosas que pasan, un encuentro casual que se convirtió en algo importante para ambos.
Tienen los mismos gustos. Ella la lleva a una fiesta. Tuvieron éxito. La pareja perfecta.
Todo el mundo sabe lo suyo con la frase.
La frase se pasó todo el año pasado en checoslovaco por razones políticas.
Pero hace poco ha sido traducida.
Para evitar que la frase sea deportada, Chantal ha conseguido que sea leída en la Biblioteca del Congreso. Pero...
...cuando llega la hora descubre que ya no sabe leer.
No tiene ni idea de que dice la frase.
Abatida y triste, Chantal empieza a llorar.

Neil Gaiman, de “Sandman – Casa de muñecas”
Neil Gaiman, colaboración de sotelo
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Tercer premio certamen de microrrelatos "Versos compartidos"

Un caso complicado


Amaneció un cadáver en una playa de estacionamiento.
El arma homicida no pudo identificar a la policía.
El asesino defendió al fiscal a pesar de todas las morgues.
Una cámara de seguridad arremetió contra los peritos forenses.
El juez pidió que cerraran todas las pistas.
El expediente falsificó a toda la televisión.
Las pruebas complicaron a todos los interrogatorios de las preguntas.
Los escritores reclamaron que la saga continara, pero el lector había desaparecido por el filo de una hoja en blanco.


Patricio Peralta R

Odiarán los Androides a Santiago Maldonado?




Kevin Kelly

"La productividad es para los robots. 
Lo que los humanos hacen bien es perder el tiempo, experimentar,
jugar, crear y explorar"


Kevin Kelly
Ffundador y director de la Revista Wired, estudio de la cultura digital y ambientalista





aquella frase fue extraída de  Rutger Bregman,  su libro: "Utopía para realistas"

Utopia para realistas


Selecciones 9

La Octava entrega.

Ya expliqué en esta entrada de qué se trata.



Selecciones v9.0

         Las ciudades, en parte las patrias y la unidad universal de la humanidad, no han sido hechas porque el hombre sea sociable; no lo es, sino conventillero.

Macedonio Fernández, colaboración de la Zapaya


De sentir su risa loca

Me sorprende la nostalgia que siento por épocas que apenas si recuerdo haber vivido. Nunca pienso en mí mismo a través de los años cuarenta. Los años cuarenta están reservados para la generación de mis padres y para pilotos con cazadora de cuero y cuello de piel, que sonríen desde la cabina de sus aviones.
A veces se abren para mí pequeños momentos, como cuando cruzo la cocina y el sol da en un color determinado de la pintura de la cocina. El azul pastel me provoca una ensoñación de una época de Vacas Lecheras, muy poca gente, todos conocidos entre sí, en un pequeño y aislado pueblo Americano. Viejas que casi nunca salen de casa. Viejas que me mandan a hacer mandados. Un loro casi más viejo que las mujeres. Un caballo que se llama Negrote. Un Chrysler gris con los asientos tapizados a cuadros. Hojas de sicomoro tan anchas como mi pecho. Una calcomanía medio despegada de los de mi cama, en la que aparece un Lechero completamente vestido de blanco, con una gorra de visera negra, rojas mejillas, y en la mano un cesto de alambre repleto de blancas botellas de leche. Olor a mujeres. Todas viejas. El olor de las viejas por todas partes. En los muebles. En los armarios. En los cajones, mezclado al de la madera. La imagen de mi tía muerta, sentada y tiesa, con una lámpara encendida junto al hombro, una mano caída junto a su regazo. Sus rodillas siempre me engañaron. Incluso muerta, sus rodillas parecían jóvenes y ‘no estaba bien’que tuvieran ese aspecto. Sus rodillas me atraían. A bocajarro. Cuando cruzaban las piernas le quedaba la piel blanca en la parte del hueso. Los bultitos de carne que se formaban en los bordes de los zapatos. Ella me decía que era por culpa de la humedad, que hacía que se le hinchara todo el cuerpo. Pero yo sabía que en realidad era por culpa de su insistencia en forzar a sus pies a que encajasen en cierta idea suya de pequeñez. La mitología de la pequeña Betty Boop. Fue esta contradicción entre sus pies y sus rodillas lo que me condujo a captar contradicciones más intensas incluso a mí mismo. Más tarde, me sentí secretamente agradecido a sus pies por esto.

Me fui chapoteando bajo la lluvia. Me alejé de la gente hechizado por los pimenteros y los rojos Cangrejos de río. Pesqué varias pelotas de golf a listas rojas en agujeros enlodados producidos por su propio impacto. Recuerdo que la emoción que sentía al encontrarlas tenía que ver con el hecho de que las hubiera perdido alguien. Con el hecho de que las había perdido a causa de algún fracaso. Algún desconocido las había golpeado fuera de la pista y ninguna mirada humana había vuelto a verlas desde entonces. Habían pasado junto a ellas los mapaches. Los arrendajos la había picoteado. La ardillas habían tratado sacarlas del pozo. Y, sin embargo yo, el primer ser humano que las localizaba, las extraía con un dedo, las limpiaba en el río y se las vendía a algún necio del Club. A veces, el mismo necio que las había perdido. Siempre notaba el gesto de culpable reconocimiento en sus ojos.
En aquellos tiempos yo debía de ser muy pequeño parque todas las caras parecían enormes.

Sam Shepard

Poema

No es hora prudente
para andar por la calle
sin recuerdos.
Ahora que la luna
ofrece su sexo gratis
a la luz de una mujer desconocida.
En este instante en que tu sombra
te acaricia el hombro
como esperando una respuesta.
  
Colaboración de Marta Melero, de su autoría

La culpa es de Tato Bores


-La culpa de todo la tiene el ministro de Economía dijo uno.
-¡No señor! dijo el ministro de Economía mientras buscaba un mango debajo del zócalo. La culpa de todo la tienen los evasores.
-¡Mentiras!- dijeron los evasores mientras cobraban el 50 por ciento en negro y el otro 50 por ciento también en negro-. La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto impuesto.
-¡Falso!- dijeron los de la DGI mientras preparaban un nuevo impuesto al estornudo-. La culpa de todo la tiene la patria contratista; ellos se llevaron toda la guita.
-¡Pero, por favor...! -dijo un empresario de la patria contratista mientras cobraba peaje a la entrada de las escuelas públicas-. La culpa de todo la tienen los de la patria financiera.
-¡Calumnias!- dijo un banquero mientras depositaba a su madre a siete días-.La culpa de todo la tienen los corruptos que no tienen moral.
-¡Se equivoca!- dijo un corrupto mientras vendía a cien dólares un libro que se llamaba "Haga su propio curro" pero que, en realidad, sólo contenía páginas en blanco-. La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público.
-¡No es cierto!- dijo un empleado público mientas con una mano se rascaba el pupo y con la otra el trasero-. La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros y hacen otra para ellos.
-¡Eso es pura maldad!- dijo un diputado mientras preguntaba dónde quedaba el edificio del Congreso-. La culpa de todo la tienen los dueños de la tierra que no nos dejaron nada.
-¡Patrañas!- dijo un terrateniente mientras contaba hectáreas, vacas, ovejas, peones y recordaba antiguos viajes a Francia y añoraba el placer de tirar manteca al techo-. La culpa de todo la tienen los comunistas.
-¡Perversos!- dijeron los del politburó local mientras bajaban línea para elaborar el duelo-. La culpa de todo la tiene la guerrilla trotskista.
-¡Verso!- dijo un guerrillero mientras armaba un coche-bomba para salvar a la humanidad. La culpa de todo la tienen los fascistas.
- ¡Malvados!- dijo un fascista mientras quemaba una parva de libros juntamente con el librero. La culpa de todo la tienen los judíos.
-¡Racistas!- dijo un sionista mientras miraba torcido a un coreano del Once-. La culpa de todo la tienen los curas que siempre se meten en lo que no les importa.
-¡Blasfemia!- dijo un obispo mientras fabricaba ojos de agujas como para que pasaran diez camellos al trote. La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios.
-¡Error!- dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente en menos tiempo con menos ruido y mucho más barata. La culpa de todo la tienen los padres que no educan a sus hijos.
-¡Infamia!- dijo un padre mientras trataba de recordar cuántos hijos tenía exactamente-. La culpa de todo la tienen los ladrones que no nos dejan vivir.
-¡Me ofenden!- dijo un ladrón mientras arrebataba una cadenita a una jubilada y, de paso, la tiraba debajo del tren-. La culpa de todo la tiene los policías que tienen el gatillo fácil y la pizza abundante.
- ¡Minga! dijo un policía mientras primero tiraba y después preguntaba. La culpa de todo la tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra.
-¡Desacato!- dijo un juez mientras cosía pacientemente un expediente de más de quinientas fojas que luego, a la noche, volvería a descoser-. La culpa de todo la tienen los militares que siempre se creyeron los dueños de la verdad y los salvadores de la patria.
-¡Negativo!- dijo un coronel mientras ordenaba a su asistente que fuera preparando buen tiempo para el fin de semana-. La culpa de todo la tienen los jóvenes de pelo largo.
-¡Ustedes están del coco!- dijo un joven mientras pedía explicaciones de por qué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir-. La culpa de todo la tienen los ancianos por dejarnos el país que nos dejaron.
-¡Embusteros! dijo un señor mayor mientras pregonaba que para volver a las viejas buenas épocas nada mejor que una buena guerra mundial-. La culpa de todo la tienen los periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y negocios propios.
-¡Censura!- dijo un periodista mientras, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día. La culpa de todo la tiene el imperialismo.
- Thats not true!- (¡Eso no es cierto!) dijo un imperialista mientras cargaba en su barco un trozo de territorio con su subsuelo, su espacio aéreo y su gente incluida-. The ones to blame are the sepoy, that allowed us to take even the cat (la culpa la tienen los cipayos que nos permitieron llevarnos hasta el gato).
-¡Infundios!- dijo un cipayo mientras marcaba en un plano las provincias más rentables. La culpa de todo la tiene Magoya.
-¡Ridículo!- dijo Magoya acostumbrado a estas situaciones. La culpa de todo la tiene Montoto.
- ¡Cobardes!- dijo Montoto que de esto también sabía un montón. La culpa de todo la tiene la gente como vos por escribir boludeces.
- ¡Paren la mano!- dije yo mientras me protegía detrás de un buzón-. Yo sé quién tiene la culpa de todo. La culpa de todo la tiene El Otro. ¡EL Otro siempre tiene la culpa!
-¡Eso, eso!- exclamaron todos a coro. El señor tiene razón: la culpa de todo la tiene El Otro.
- Dicho lo cual, después de gritar un rato, romper algunas vidrieras y/o pagar alguna solicitada, y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión (de acuerdo con cada estilo), nos marchamos a nuestras casas por ser ya la hora de cenar y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar: ¡Qué flor de guacho que resultó ser El Otro...!
Santiago Varela, para Tato Bores;colaboración de TodoElMundo


Frase genial:

"Soy tan pequeño que no me cabe la menor duda"

Augusto Monterroso

g

Cuando llegué a sentirme perdido en esa jungla cada vez más intrincada, calculé que siguiendo de esa forma no obtendria ninguna ventaja; pero, en lugar de intentar la salida, se me ocurrió la idea de ascender; cambiando de planos, aprovechando las distintas figuras separadas del horizontal. No era fácil; por supuesto, las figuras no estaban dispuestas en forma escalonada y, muchas veces, una vez alcanzada cierta altura debía descender porque no encontraba en las proximidades ninguna figura a una altura mayor. Mi viaje se lizo entonces muy complejo. Recuerdo que comencé trepando a un triángulo casi paralelo al plano horizontal, y luego pasé a un hexágono próximo que, aunque integrando un plano más bien oblicuo, me permitía mantener el equilibrio. Más tarde tuve que realizar verdaderas proezas, ascendiendo de un plano a otro por líneas verticales, filosas, o saltando, porque no tenía otro recurso, desde planos considerablemente altos a pentágonos o hexágonos de reducida superficie. En una oportunidad, la materia de un trapecio resultó de escasa consistencia -o tal vez algún desfallecimiento mío se tradujo en una voluntad de caer; lo cierto es que atravesé la materia de ese trapecio y caí, por fortuna, sobre un dodecágono estrellado que me sostuvo. El golpe me dejó atontado unos instantes, y asustado; pero me repuse rápidamente.

Novela Geométrica, Mario Levrero
Mario Levrero


Los brahamanes y el león

 En cierto pueblo había cuatro brahamanes que eran amigos. Tres habían alcanzado el confín de cuanto los hombres podrían saber, pero les faltaba cordura. El otro desdeñaba el saber, sólo tenía cordura. Un día se reunieron. De que sirven las prendas dijeron, si no viajamos, si no logramos el favor de los reyes si no ganamos dinero? Ante todo viajaremos.
Pero cuando habían recorrido un trecho, dijo el mayor: - uno de nosotros, el cuarto es un simple, que no tiene más que cordura. Sin el saber, con mera cordura nadie obtiene el favor de los reyes, por consiguiente, no compartiremos con él nuestras ganancias. Que se vuelva a su casa.

El segundo dijo : - Mi inteligente amigo, careces de sabiduría. Vuelve a tu casa.
-El tercero dijo: - Esta no es manera de proceder. Desde chicos hemos jugados juntos. Ven, mi noble amigo. Tu tendrás tu parte en nuestras ganancias.
Siguieron su camino y en un bosque hallaron los huesos de un león. Uno de ellos dijo: - Buena ocasión para ejercitar nuestros conocimientos. Aquí hay un animal muerto; resucitémoslo.
El primero dijo: - Sé componer el esqueleto.
El segundo dijo: - Puedo suministrar la piel, la carne y la sangre.
El tercero dijo: - Sé darle la vida.
El primero compuso el esqueleto, el segundo suministró la piel, la carne y la sangre. El tercero se disponía a infundir la vida, cuando el hombre cuerdo observó: - Es un león. Si lo resucitan, nos va a matar a todos.
- Eres muy simple- dijo el otro-. No seré yo el que frustre la labor de la sabiduría.
- En tal caso - respondió el hombre cuerdo- aguarda a que me suba a este árbol.
Cuando lo hubo hecho, resucitaron al león; éste se levantó y mató a los tres. El hombre cuerdo esperó que se alejara el león, para bajar del árbol y volver a su casa.


Panchatranta, de uno de los Libritos de Isabel, la del tren.
Me compré una casa, me casé, y sentí que debía levantarme por la mañana e ir a trabajar, como todo el mundo. Mi inconsciente se limitó a saturarme de ansiedad cuando llegaba allí, a la disquería donde trabajaba, y no podía comprender por qué. Y empecé a desmayarme. Es como si Beethoven hubiese querido realmente trabajar en una fiambrería, y le diera una fobia cada vez que empezaba a cortar rodajas de salame, así que tuvo que convertirse en compositor.
Philip K. Dick
P. K. Dick



El motivo

Todos rodeaban el cajón, velando al muerto. De pronto y ante la sorpresa general, el muerto se incorporó y dijo: “Denme un sólo motivo para vivir, uno sólo”. Unos a otros se miraron, y nadie pudo articular una palabra.

Martín Pinus
bien Martín!

Tiempo de alucinaciones


Virginia insiste sobre el tema del arte y las alucinaciones. Lo único que le puedo contestar es esto.
Me pregunto tantas veces, todos los días prácticamente, si lo que estoy viviendo no es más que una constante y continuada sumatoria de alucinaciones. Con arte o sin arte.
Admito que hay instantes en que esas alucinaciones se detienen y entonces hace su aparición el tiempo que, desde mi perspectiva, simula ser un abismo.
Pero yo sé que no es nada. Yo sé que el tiempo no es nada. Y si algo es, lo es todo por su propia cuenta. Todo lo que es y pudiera ser lo es absolutamente por su propia cuenta y riesgo.
Y yo sólo supongo que sé lo que es. Lo alucino.
De lo que estoy –a medias- seguro es que el que construye esas alucinaciones soy yo. También es a mí que, a veces, se me detienen esas alucinaciones que transcurren día tras día, todos los días. Es a mí que el tiempo, que hace lo que quiere sin mí, se le aparece como algo que simula ser un abismo.
Por eso le digo a Virginia –a quién, últimamente, alucino que odio- que cuando yo no esté más y, en ese momento cuando hasta mi tumba sea olvidada –cosa que ocurrirá, como en todos los casos, irremisiblemente, en la tercera generación posterior al enterrado; le digo a Virginia, que el tiempo estará todavía allí, exactamente igual que hoy... como una alucinación. Como algo que simula ser un abismo.
Pero, por favor, no me culpen porque yo ya no estaré allí. Otro será el responsable de todas esas alucinaciones.
Italo Pescecane Llobregat


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