La segunda entrega.
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Selecciones
v3.0
Un
espacio para incentivar la lectura
La
Oveja Negra
En
un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra: Fue
fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una
estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así,
en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran
rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones
de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la
escultura.
Augusto
Monterroso, La oveja negra y demás fábulas, colaboración de
MaiaLaFabulosa.
arte
Gertrude
Stein opinó que "el arte, todo el arte, es simplemente la
expresión de algo". Picasso no estuvo de acuerdo y dijo:
"Déjame en paz. Estoy comiendo". Mi opinión fue que
Picasso tenía razón, estaba comiendo
Woody
Allen
a
Un
paso en falso me llevó a deslizarme por el plano inclinado y perder
de vista a Beatriz. Lo sentí inicialmente como una caída vertical
que casi me detuvo el corazón. Manoteaba el aire, desesperado; me
sentía resbalar en forma interminable a velocidad loca, y no había
puntos de referencia: sólo los bordes del plano, por demás
estrecho, filosos como hojas de afeitar. Luego, muy lentamente, la
inclinación se fue suavizando, tendiendo a la horizontal.
Mi
cuerpo se contorsionaba, tratando de frenar la caída, y por el calor
del roce, que me desgastaba la ropa y me producía dolorosas
quemaduras. Resbalaba de rodillas, sentado, en posición fetal,
acostado, cabeza abajo, y de pronto lograba ponerme de pie y corría
con los brazos abiertos hasta quedar sin aliento; un nuevo resbalón,
o el cansancio, me hacían caer y rodar sobre el plano, deslizarme
sobre el estómago, con manos y rodillas, y así durante los minutos
o siglos de un tiempo incalculable. Y quedé sin ropa, desgastada,
quemada, y la piel se me fue curtiendo y endureciendo, hasta que el
plano se hizo casi horizontal. Por fin me detuvo, sin mayor
brusquedad, el vértice superior de un triángulo que asomaba
intersectando el plano inclinado.
Novela
Geométrica, Mario Levrero
ampliación
del campo de batalla
Por
la tarde tenía que ver al jefe de sección de Estudios Informáticos.
La verdad es que no sé por qué. Yo, en todo caso, no tenía nada
que decirle.
Esperé
durante hora y media en un despacho vacío, un poco oscuro. La verdad
es que no tenía ganas de encender la luz, en parte por medio a
delatar mi presencia.
Antes
de instalarme en ese despacho, me habían entregado un voluminoso
informe titulado “Esquema directriz del plan informático del
Ministerio de Agricultura” Tampoco veo por qué. Este documento no
me concernía en lo más mínimo. El tema era, si doy crédito a la
introducción, un “ensayo de predefinición de diferentes
argumentos arquetípicos, concebidos en una gestión meta-obejtivo”.
Los objetivos en sí mismos, “susceptibles de un análisis más
ajustado en términos de adecuabilidad” eran, por ejemplo, la
orientación de la política de ayudas a los agricultores, el
desarrollo de un sector para-agrícola más competitivo a nivel
europeo, el enderezamiento de la balanza comercial en el ámbito de
los productos frescos... Hojeé rápidamente el informe, subrayando
con lápiz las frases más divertidas. Por ejemplo: “el nivel
estratégico consiste en la construcción de un sistema de
información global formado por la integración de subsistemas
heterogéneos repartidos.” O bien:”Parece urgente validar un
modelo relacional canónico en una dinámica organizativa con
posibilidad de desembocar a medio plazo en una database orientada a
objetos.” Finalmente, una secretaria vino a avisarme que la reunión
se estaba prolongando, y que desafortunadamente a su jefe le iba a
resultar imposible recibirme ese día.
Así
que volví a mi casa. ¡Y mí qué!, ¡mientras me paguen!
Ampliación
del campo de Batalla, Michel Houellebecq
Oídos
del Neocriollo
En
cuanto a sus oídos, el derecho ha corresponder a Saturno y el
izquierdo a Júpiter: con el derecho el Neocriollo captará la música
celeste, vale decir, la de los nueve orfeones angelicales; con el
otro escuchará la música terrestre, que no será ni la de Grieg ni
la de Beethoven. Claro está que sus orejas tendrá la forma de dos
grandes embudos microfónicos, y que podrán tenderse a las seis
direcciones del espacio.
Adán
Buenosayres, Leopoldo Marechal.
Un
viejo lobo espacialv1.0
Como
soy verde, y tengo antenas y ojos saltones, todos piensan que mi cara
es una máscara. En cierto modo tienen razón, porque puedo
arrancármela. Puedo arrancarme la cara- y muchas veces lo hago ante
el público, que se ríe cuando abajo ve otra cara verde, otras
antenas, otros ojos saltones- y podría seguir arrancándome caras
indefinidamente. Es una coquetería de nuestra raza. Nos gusta
cambiar de cara de
vez en cuando, por eso nos tientan los espejos.
Juegos
Malabares, Carlos Gardini
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